A la hora de escoger es mejor decantarse por la prima nivelada en vez de la anual renovable.
Protegemos nuestros bienes (casa y coche principalmente) con sus respectivos seguros, y para proteger los ingresos se utiliza el seguro de vida (y de invalidez) principalmente, aunque también se contratan otros como el de dependencia, el de baja por enfermedad, etc. Pero, ¿cómo elegir?, y, ¿durante cuánto tiempo contratarlo y por qué importe? “Yo descartaría los seguros de accidente como sustitutos de los de vida: lo que provoca la reducción de ingresos es el fallecimiento o la invalidez, no la forma en que éstos se producen”, explica Javier García Monedero, presidente de Xada72. A este experto tampoco le gustan los seguros de vida denominados “anuales renovables”, los que nos endosan los bancos y cajas cuando contratamos una hipoteca: “Estos productos suben la vida cada año, normalmente en proporción al riesgo, y como el riesgo aumenta con la edad, resultan excesivamente caros”, comenta. Además, pueden ser cancelados por la aseguradora en cada renovación y así nos veríamos sin estar cubiertos en caso de necesidad. Lo idóneo es contratar un seguro de vida temporal con prima nivelada: ésta no sube con los años con lo que nos resulta más económica a medida que vayan creciendo nuestros ingresos.
¿Por cuánto tiempo contratarlo?
“Recomiendo hasta que nuestro hijo menor tenga 26 años”, explica García. Para establecer el capital a asegurar basta con calcular cuánto se reducirían los ingresos en caso de fallecimiento: una buena regla es considerar el 50% de lo que ingreses. “Se multiplica esa cantidad por 12 para establecer el déficit anual a cubrir. Después, se multiplica la cantidad resultante por 20. Por ejemplo, una persona que gane 1.200 euros al mes requeriría 600 (la mitad) multiplicado por 12 y el resultado, por 20. 144.000 euros de cobertura”, continúa García. Esa cantidad invertida de forma conservadora (a un 5%) arrojaría anualmente 7.200 euros, que es el déficit a cubrir (600 euros mensuales). Esta regla se aplica a cada una de las personas de la unidad familiar que genere ingresos.
“Recomiendo hasta que nuestro hijo menor tenga 26 años”, explica García. Para establecer el capital a asegurar basta con calcular cuánto se reducirían los ingresos en caso de fallecimiento: una buena regla es considerar el 50% de lo que ingreses. “Se multiplica esa cantidad por 12 para establecer el déficit anual a cubrir. Después, se multiplica la cantidad resultante por 20. Por ejemplo, una persona que gane 1.200 euros al mes requeriría 600 (la mitad) multiplicado por 12 y el resultado, por 20. 144.000 euros de cobertura”, continúa García. Esa cantidad invertida de forma conservadora (a un 5%) arrojaría anualmente 7.200 euros, que es el déficit a cubrir (600 euros mensuales). Esta regla se aplica a cada una de las personas de la unidad familiar que genere ingresos.
Es fundamental también vigilar las coberturas. El seguro debe cubrir el fallecimiento por cualquier causa, con las exclusiones absolutamente imprescindibles: “Por ejemplo, exclusiones como el suicidio, la imprudencia temeraria o la conducción bajo los efectos del alcohol son razonables pero no así exclusiones como picaduras de insectos”, cuenta García.
Si hay posibilidad, es recomendable contratar la garantía por invalidez permanente y la de enfermedades terminales. “Sin embargo son poco útiles las de doble o triple capital dependiendo de la causa de fallecimiento”, finaliza. Fundamental, elegir una buena compañía aseguradora.
Resumiendo, lo aconsejable sería un seguro temporal con prima nivelada a tantos años como nuestro hijo menor tarde en cumplir 26, por un capital equivalente a 20 veces el déficit anual a cubrir. ¿La más completa? Con coberturas adicionales de invalidez absoluta y permanente y de enfermedad terminal.
El seguro de vida creció en 2010 un modesto 2%.
Más información: www.unespa.es