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lunes, 13 de febrero de 2012

Mejorar la Calidad de Vida

En las distintas entregas de esta Escuela de Economía Familiar vengo ocupándome de lo más importante: de cómo aprovechar los productos financieros existentes para diseñar un plan que permita a cualquier familia proponerse objetivos ambiciosos de Independencia Financiera y eliminar o mitigar los miedos que tanto condicionan la calidad de vida.

Pero todas estas herramientas chocan frecuentemente, y más en estos tiempos de crisis, con la desorganización de la ecuación Ingresos=Gastos que se produce en casi todos los casos. Desgraciadamente, el sistema financiero y social tiende a empujar a las familias a una espiral maligna de deudas, gastos corrientes, estrechando cada vez mas el margen de acción.

Para salir de esta situación es importante todo lo que hemos explicado hasta ahora porque solo entendiendo los mecanismos disponibles, vislumbraremos la esperanza futura y tomaremos las decisiones presentes necesarias.

Pero hay que hacer algo más.

1.- Si nuestros gastos son mayores que nuestros ingresos tenemos que aplicar una drástica reducción de gastos combinada con un aprovechamiento de todas las oportunidades disponibles para incrementar nuestros ingresos con empleos adicionales o con actividades comerciales a tiempo parcial. Para reducir nuestros gastos hay interesante bibliografía que se puede consultar. Especialmente útil me parece el libro de Vicens Castellano Ajuste de Cuentas (VV.AA., AGUILAR, 2008  ISBN 9788403099777).

2.- Si tenemos la cuenta Ingresos/Gastos bien equilibrada o incluso con un pequeño superávit, debemos poner en marcha las recomendaciones de esta escuela de economía familiar.

- Estimar el objetivo de Independencia Financiera: Calcular cuanto dinero necesitaremos el día que nos jubilemos para financiar el mantenimiento de nuestra calidad de vida sin que se acabe ese dinero. Hay que tener en cuenta que, con toda probabilidad, la pensión que disfrutemos entonces no será mayor que el 50% de nuestros ingresos un día antes de jubilarnos.

- Calcular como debemos invertir los ahorros que tenemos acumulados para este fin y cuánto tendremos que aportar mensualmente a ese plan de inversión para alcanzar ese objetivo.

- Para eliminar los riesgos hasta que hayamos acumulado suficiente patrimonio, calcular cuanta cobertura en seguro de vida e invalidez necesitamos y por cuanto tiempo.

-  Posiblemente considerar cubrir otros riesgos adicionales como el riesgo de Dependencia y el riesgo de litigación.

- Una vez decidido eso, en función también de la disponibilidad económica, poner en marcha nuestro plan, asegurando que ponemos la contribución a esos capítulos antes que cualquier otro recibo o pago domiciliado. Esto es de vital importancia por una sencilla razón: cuando retrasamos el pago a alguien, ese alguien se preocupa diligentemente de recordarnos que le paguemos por lo que no hay riesgo de que se nos olvide. Sin embargo, los recibos de nuestro propio plan financiero pueden sufrir si los dejamos para los días del mes en que nuestra cuenta corriente esté vacía. Asegúrate de pagarte a ti mismo en primer lugar.

Haciendo esto te acercarás cada día más al estado final que todos deberíamos alcanzar: El día en que no dependamos de los ingresos de nuestro trabajo sino de la rentabilidad del capital acumulado. Sólo entonces habremos alcanzado la calidad de vida que deseamos.

Implementar un plan financiero aporta beneficios mucho más allá del mero disfrute de los bienes y servicios que podemos disfrutar con esos recursos. Es un puñado de pequeñas decisiones que nos ponen en el camino. Decisiones de pequeño impacto económico (normalmente pocas decenas de euros mensuales, lo que hoy gastamos en gastos superfluos probablemente), pero de un extraordinario impacto sobre nuestras vidas y las de los seres queridos que nos rodean. Tenemos que reflexionar y darnos cuenta de que los miedos económicos están en la raíz de la mayor parte de los problemas de las personas.

El miedo al futuro y al presente está en el origen seguramente de los divorcios, de las peleas familiares por herencias, de los conflictos con los vecinos, de la aversión a asumir riesgos en nuestra vida laboral, profesional o empresarial con la consiguiente pérdida de oportunidades que eso conlleva. El miedo económico está presente probablemente también en los factores que originan el estrés y por tanto en la génesis de innumerables enfermedades psíquicas y psicosomáticas que pueden desarrollar patologías muy diversas.

El miedo económico afecta a nuestras elecciones políticas, a nivel comunitario, municipal, estatal y mundial y los miedos colectivos influyen en la falta de movilidad, en la conflictividad social, en las políticas de los países e incluso en los movimientos estratégicos incluidos los conflictos bélicos y las revoluciones. La falta de esperanza arroja a millones de seres a la emigración, el desarraigo y a veces a la pobreza extrema....

¿Que mejor tarea que la de enseñar a entender mejor sus oportunidades, tomar mejor sus decisiones, tomar el control de su propio futuro sin delegar esa responsabilidad en el estado y mejorar con ello de manera perceptible todo lo dicho anteriormente?

Javier García Monedero. 
Publicado en diarioabierto.es