En las distintas entregas de esta Escuela de Economía Familiar vengo
ocupándome de lo más importante: de cómo aprovechar los productos
financieros existentes para diseñar un plan que permita a cualquier
familia proponerse objetivos ambiciosos de Independencia Financiera y
eliminar o mitigar los miedos que tanto condicionan la calidad de vida.
Pero todas estas herramientas chocan frecuentemente, y más en estos
tiempos de crisis, con la desorganización de la ecuación Ingresos=Gastos
que se produce en casi todos los casos. Desgraciadamente, el sistema
financiero y social tiende a empujar a las familias a una espiral
maligna de deudas, gastos corrientes, estrechando cada vez mas el margen
de acción.
Para salir de esta situación es importante todo lo que hemos
explicado hasta ahora porque solo entendiendo los mecanismos
disponibles, vislumbraremos la esperanza futura y tomaremos las
decisiones presentes necesarias.
Pero hay que hacer algo más.
1.- Si nuestros gastos son mayores que nuestros ingresos tenemos que
aplicar una drástica reducción de gastos combinada con un
aprovechamiento de todas las oportunidades disponibles para incrementar
nuestros ingresos con empleos adicionales o con actividades comerciales a
tiempo parcial. Para reducir nuestros gastos hay interesante
bibliografía que se puede consultar. Especialmente útil me parece el
libro de Vicens Castellano Ajuste de Cuentas (VV.AA., AGUILAR, 2008 ISBN 9788403099777).
2.- Si tenemos la cuenta Ingresos/Gastos bien equilibrada o incluso
con un pequeño superávit, debemos poner en marcha las recomendaciones de
esta escuela de economía familiar.
- Estimar el objetivo de Independencia Financiera: Calcular cuanto
dinero necesitaremos el día que nos jubilemos para financiar el
mantenimiento de nuestra calidad de vida sin que se acabe ese dinero.
Hay que tener en cuenta que, con toda probabilidad, la pensión que
disfrutemos entonces no será mayor que el 50% de nuestros ingresos un
día antes de jubilarnos.
- Calcular como debemos invertir los ahorros que tenemos acumulados
para este fin y cuánto tendremos que aportar mensualmente a ese plan de
inversión para alcanzar ese objetivo.
- Para eliminar los riesgos hasta que hayamos acumulado suficiente
patrimonio, calcular cuanta cobertura en seguro de vida e invalidez
necesitamos y por cuanto tiempo.
- Posiblemente considerar cubrir otros riesgos adicionales como el riesgo de Dependencia y el riesgo de litigación.
- Una vez decidido eso, en función también de la disponibilidad
económica, poner en marcha nuestro plan, asegurando que ponemos la
contribución a esos capítulos antes que cualquier otro recibo o pago
domiciliado. Esto es de vital importancia por una sencilla razón: cuando
retrasamos el pago a alguien, ese alguien se preocupa diligentemente de
recordarnos que le paguemos por lo que no hay riesgo de que se nos
olvide. Sin embargo, los recibos de nuestro propio plan financiero
pueden sufrir si los dejamos para los días del mes en que nuestra cuenta
corriente esté vacía. Asegúrate de pagarte a ti mismo en primer lugar.
Haciendo esto te acercarás cada día más al estado final que todos
deberíamos alcanzar: El día en que no dependamos de los ingresos de
nuestro trabajo sino de la rentabilidad del capital acumulado. Sólo
entonces habremos alcanzado la calidad de vida que deseamos.
Implementar un plan financiero aporta beneficios mucho más allá del
mero disfrute de los bienes y servicios que podemos disfrutar con esos
recursos. Es un puñado de pequeñas decisiones que nos ponen en el
camino. Decisiones de pequeño impacto económico (normalmente pocas
decenas de euros mensuales, lo que hoy gastamos en gastos superfluos
probablemente), pero de un extraordinario impacto sobre nuestras vidas y
las de los seres queridos que nos rodean. Tenemos que reflexionar y
darnos cuenta de que los miedos económicos están en la raíz de la mayor
parte de los problemas de las personas.
El miedo al futuro y al presente está en el origen seguramente de los
divorcios, de las peleas familiares por herencias, de los conflictos
con los vecinos, de la aversión a asumir riesgos en nuestra vida
laboral, profesional o empresarial con la consiguiente pérdida de
oportunidades que eso conlleva. El miedo económico está presente
probablemente también en los factores que originan el estrés y por tanto
en la génesis de innumerables enfermedades psíquicas y psicosomáticas
que pueden desarrollar patologías muy diversas.
El miedo económico afecta a nuestras elecciones políticas, a nivel
comunitario, municipal, estatal y mundial y los miedos colectivos
influyen en la falta de movilidad, en la conflictividad social, en las
políticas de los países e incluso en los movimientos estratégicos
incluidos los conflictos bélicos y las revoluciones. La falta de
esperanza arroja a millones de seres a la emigración, el desarraigo y a
veces a la pobreza extrema....
¿Que mejor tarea que la de enseñar a entender mejor sus
oportunidades, tomar mejor sus decisiones, tomar el control de su propio
futuro sin delegar esa responsabilidad en el estado y mejorar con ello
de manera perceptible todo lo dicho anteriormente?
Javier García Monedero.